martes, 26 de enero de 2010

El que no llora no mama

En numerosas ocasiones nos hemos hecho eco, desde este blog de las dudas que suscitan iniciativas reivindicativas denunciando a un gobierno hegemónico y con un enorme poder que parece no inmutarse por ninguno de los embates que se lanzan desde plataformas, sindicatos, colectivos. ...Parece que absolutamente les resbalan todas las críticas, el mes de diciembre salieron en una semana cinco veces a la calle los discapacitados de esta Comunidad, algo realmente increíble y que nunca se había producido, la política educativa del Consell ha inundado las avenidas de Valencia de miles de descontentos, los dependientes, acuden al Sindic de Greuges y al Defensor del Pueblo, a los tribunales y además se organizan en Plataformas, blogs y otras modalidades de queja. El resultado en todos los casos es idéntico, el Gobierno de la Generalitat no se da por aludido, los medios oficiales no saben /no responden y, sobre todo los mismos responsables de las políticas ineficaces siguen en el machito, toda una estrategia de desmotivación a una sociedad civil que hace un esfuerzo enorme por movilizar y el resultado no puede ser más desalentador; nada se mueve un milímetro. Hasta que punto se trata de un desprecio hacia la opinión de los ciudadanos o además consiste en una forma de erosión hacia la crítica y en definitiva hacia la propios ciudadanos cuando no coincide con sus planteamientos. Me gustaría incorporar un elemento a este debate, para lo cual recomiendo la lectura del artículo aparecido en el diario El País el 24 de enero, concretamente en la contraportada, con el título Lágrimas, Manuel Vicent nos evidencia uno de los dramas mayores a los que se puede enfrentar el ser humano, especialmente si además esa persona es un niño, concretamente la referencia a la falta de llanto en bebes que viven en condiciones de miseria absoluta porque su cerebro ha codificado, a través de una experiencia constante, que el llanto no servía de nada, es realmente muy duro desde una visión occidental en la que el más mínimo lamento de un niño moviliza con enorme intensidad todo el entorno. Ahora bien, pasando del plano de las personas al de las comunidades, se pueden relacionar ambos temas y tener la sospecha o la inquietud sobre hasta que punto a la sociedad valenciana, corre el riesgo de caer en esa anestesia generalizada en relación con un lamento que no sirve para nada, y en consecuencia para que mantener esta posición....pues bien. por si acaso alguien tiene esa tentación, por la parte que nos toca, nuestro blog va a seguir llorando gritos desgarrados, no nos damos por vencidos, vamos a continuar con la denuncia, preferimos eso a que nos pase como a los protagonistas de Los otros, estar muertos y que nadie nos lo diga.

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