Hace tiempo que en este blog queremos dejar de hablar de Camps, por dos motivos, el primero porque consideramos que forma parte del pasado y no va a tener relevancia en la vida pública futura y el segundo y más importante es lo que nos aburre, con sus continuos actos de chulería y prepotencia, pero el expresidente se ha empeñado en ser estrella permanente y no nos da tregua. En esta ocasión queremos traer a colación el último, de momento, acto obsceno del acusado, utilizando a uno de sus hijos como elemento de influencia sobre el jurado, actuando, representando el papel de padre ejemplar mediante gestos, complicidades, miradas, guiños ... y todo eso delante de un jurado que no se pierde detalle de todo lo que pasa en la sala. El ex honorable debería de saber que no está bien utilizar a menores en actos con importante presencia mediática, y además como antiguo responsable de la Generalitat debería de saber que la finalidad última de las instituciones en esta materia es la de salvaguardar el bien supremo del menor, aspecto que en esta ocasión no se está produciendo y menos con la torticera intención de obtener un beneficio fruto de una interpretación dedicada a los integrantes de un tribunal en el que los gestos pueden pesar tanto como las pruebas inculpatorias. Ojala sea la última ocasión en la que tengamos que traer a colación a este personaje que a base de un esfuerzo personal está dando el salto hacia personajillo de opereta.
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