miércoles, 22 de junio de 2011

Un sinsentido con todo el sentido

Cuando uno pone encima de la mesa todo lo que tiene en las manos, todo lo que sabe, lo que lee, o lo que escucha, sobre el movimiento 15 M, la escena se parece mucho a esas películas de suspense en las que un astuto teniente de policía tiene un montón de pruebas sobre la mesa, y no sabe por dónde meterles mano para configurar un explicación plausible de lo que ha sucedido en la escena del crimen.

El 15 M es un sinsentido con todo el sentido. Es un sinsentido porque nadie sabe cómo ha surgido, ni nadie dijo que iba a surgir. De pronto, acudieron a Sol unos cuantos-ahora ya no se dice ir a “la Puerta del Sol”, ahora se dice ir “a Sol”, como si todos fuésemos taxistas- se miraron unos a otros sorprendidos porque a alguien más se le hubiese ocurrido la misma idea, y luego las elecciones, la televisión, e internet, hicieron el resto.

Ese es el sinsentido. Porque el sentido- que lo tiene y mucho- nace de la negación a un sistema obsoleto, carcomido y caduco. De la indignación frente a un juego regulado por unas reglas tramposas que nos hacen perder siempre a los mismos. De la insatisfacción, del hartazgo, de la saturación, de la falta de confianza en dirigentes, gestores, contables, y otros magos que nos enseñan una y otra vez trucos de magia que ya conocemos.

Eso tiene sentido. No tiene ninguno que viéramos durante las elecciones cómo los candidatos sonreían a los jóvenes de las plazas, cómo lanzaban algún que otro guiño, cómo buscaban complicidades y apoyos. Cómo todos los políticos creían ver que el 15 M protestaba contra el contrario. Qué sinsentido. Y cuánto sentido tiene que ahora les moleste a todos. Cuánto sentido tiene que muchos estén ya pensando que dura demasiado. Más les valdría tomar nota de la voz nítida de las plazas.

15 M, o Democracia Real, o Indignados, o gente sin trabajo, o sin casa, o sin futuro. Como se llamen. El movimiento ciudadano contra las estructuras anquilosadas del actual sistema democrático. Movilización contra una democracia de cartón piedra, que muy a menudo no satisface las demandas básicas de libertad, transparencia, justicia, y solidaridad. El 15 M es sustancialmente nebuloso, frecuentemente difuso, inconcreto a veces, indefinido muchas. Es de articulación improbable, es acéfalo por naturaleza, y no pocas veces construido con los mimbres ingenuos de la adolescencia ideológica.

Todo eso es cierto. Pero en ese sinsentido, en esa razón de lo irracional, se respira el aire fresco de la insumisión. La suave brisa del pensamiento frente a lo obediencia ciega. La abolición de la reverencia y la genuflexión. El impulso festivo de la esperanza y también de la alegría. Al menos se merecen el respeto por haber dicho que no. Por haber dicho basta. Por haber dicho hasta aquí se llegó.

Puede ser que esta resistencia signifique algo. Pero aunque cuando pase el tiempo nada haya cambiado, y nada se haya conseguido, ya nadie podrá nunca decir que las majadas se construyeron con la argamasa del consentimiento.





1 comentario:

  1. Magnífica disertación, Zigurat; como siempre, un placer.
    ¡Y que viva la utopía!

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