El emperador está triste, el milagro soy yo. Esta forma peculiar
de percibir la realidad se manifiesta en evidencias como confundir lo público y
lo privado constantemente, de manera que se puede convertir un acto íntimo en acontecimiento
de Estado y también pasar a manos privadas gran parte del patrimonio colectivo
sin ningún complejo El milagro soy yo, pero el tiempo es canalla y ha demostrado que el
famoso modelo español de crecimiento, descansaba en una bomba de relojería
cebada para que estallara unos cuantos años después, en forma de burbuja
inmobiliaria. El milagro soy yo,
quedaba por averiguar si la bonanza sirvió, al menos, para que viviéramos mejor, pues tampoco, las
portadas de los periódicos indican que los beneficios que se obtuvieron en el
ciclo alcista, se trasmutaron en corrupción y acumulación de capital en el
entorno del emperador. Y ahora vuelve y sigue diciendo que el milagro es él,
que lo hizo y lo volvería a hacer. Por favor que este emperador, artificiero de
la política continúe actuando con fuego
cruzado pero que no disponga nuevamente de armas de destrucción masiva porque
podía ser letal.
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