No quisiera por nada del mundo que nadie pensara que este modesto colaborador sufre algún tipo de enajenación mental, pero lo cierto es que en ocasiones la realidad me recuerda a las páginas de pasatiempos que los domingos recorremos con nuestros perezosos bolígrafos.
Vea, si no, el lector, cuán semejante a un sudoku de los más difíciles, es el extraño caso de las facturas destinadas a proyectos de cooperación en Nicaragua; facturas que no cuadran con la cooperación y el desarrollo, pero que sí lo hacen con la compra de pisos con garaje en un lugar bastante alejado de Managua pero muy cercano al Palau de la Generalitat. Es verdad que uno no es el omnipresente, omnisciente, y omniparlante (no busquen la palabra en la RAE) Rafael Blasco, pero es que hay números que para reescribirlos se requeriría mares de corrector líquido.
También es entretenido hacer juegos de palabras. Cuando hago el crucigrama tengo que andar con cuidado, porque con parecidos significados me salen las de imputado, acusado, o implicado. No es lo mismo cohecho impropio, que propio, y a propios y a extraños les extraña que amiguito del alma, más que un amigo, y Presidente de un Tribunal Superior de Justicia, puedan confundirse al completar el crucigrama silábico.
Entre los juegos más endiabladamente perversos está el de desliar el ovillo. Tú tienes un extremo del hilo, y conforme avanzas ves que el hilo se pierde en una maraña infinita de otros tantos hilos que forman un enredo que tardarás mucho en resolver. Tiras del hilo y te encuentras con la visita del Papa; tiras del otro y sale el Canal 9; tiras de aquí y sale la financiación ilegal del partido; tiras de allá y salen regalos y trajes; y cuando crees que tienes la trama más o menos Gürtel, digo clara, o que lo de Ripoll no tiene “desperdicios”, y todo te lleva al final del ovillo, te encuentras con un nudo en los Programas de Cooperación en Centroamérica, o en los hospitales de Haití; nudos que son la envidia de Fabra.
Tampoco la oposición queda libre de este ocio indolente, de esta lúdica propuesta que nos traen los pasatiempos. ¿Acaso no ve el lector a Alarte una suerte de Dédalo al principio de un laberinto al que al final espera un Palau? ¿No da la impresión de que recorrer el laberinto puede costarle al bueno de Jorge algo más de tiempo del que hay de aquí a mayo?
Si me apuran, me doy una vueltecita por Francia. La sociedad francesa, ha dicho que no; que rechazan la política neocon del gobierno francés. Que el gobierno tiene el deber de velar por los intereses de los ciudadanos. Y ahí están los jóvenes franceses, en la Universidad, en los institutos de enseñanzas medias, en la calle. Ahí está la sociedad civil para decir basta. Nuestra sociedad civil dice que votará otra vez a quién se ocupa de intereses espurios; que total unos trajes…; que le parece normal la manipulación informativa, que no ve nada malo en que los de siempre sigan esquilmando el bien común. Mientras, nuestros jóvenes, desconocen el nombre del President de la Generalitat, ni saben de su gestión. Nuestros jóvenes solo saben manejar su último modelo de móvil mientras hacen explotar un globo de chicle.
¿Sabrá encontrar el lector las siete diferencias?
Vea, si no, el lector, cuán semejante a un sudoku de los más difíciles, es el extraño caso de las facturas destinadas a proyectos de cooperación en Nicaragua; facturas que no cuadran con la cooperación y el desarrollo, pero que sí lo hacen con la compra de pisos con garaje en un lugar bastante alejado de Managua pero muy cercano al Palau de la Generalitat. Es verdad que uno no es el omnipresente, omnisciente, y omniparlante (no busquen la palabra en la RAE) Rafael Blasco, pero es que hay números que para reescribirlos se requeriría mares de corrector líquido.
También es entretenido hacer juegos de palabras. Cuando hago el crucigrama tengo que andar con cuidado, porque con parecidos significados me salen las de imputado, acusado, o implicado. No es lo mismo cohecho impropio, que propio, y a propios y a extraños les extraña que amiguito del alma, más que un amigo, y Presidente de un Tribunal Superior de Justicia, puedan confundirse al completar el crucigrama silábico.
Entre los juegos más endiabladamente perversos está el de desliar el ovillo. Tú tienes un extremo del hilo, y conforme avanzas ves que el hilo se pierde en una maraña infinita de otros tantos hilos que forman un enredo que tardarás mucho en resolver. Tiras del hilo y te encuentras con la visita del Papa; tiras del otro y sale el Canal 9; tiras de aquí y sale la financiación ilegal del partido; tiras de allá y salen regalos y trajes; y cuando crees que tienes la trama más o menos Gürtel, digo clara, o que lo de Ripoll no tiene “desperdicios”, y todo te lleva al final del ovillo, te encuentras con un nudo en los Programas de Cooperación en Centroamérica, o en los hospitales de Haití; nudos que son la envidia de Fabra.
Tampoco la oposición queda libre de este ocio indolente, de esta lúdica propuesta que nos traen los pasatiempos. ¿Acaso no ve el lector a Alarte una suerte de Dédalo al principio de un laberinto al que al final espera un Palau? ¿No da la impresión de que recorrer el laberinto puede costarle al bueno de Jorge algo más de tiempo del que hay de aquí a mayo?
Si me apuran, me doy una vueltecita por Francia. La sociedad francesa, ha dicho que no; que rechazan la política neocon del gobierno francés. Que el gobierno tiene el deber de velar por los intereses de los ciudadanos. Y ahí están los jóvenes franceses, en la Universidad, en los institutos de enseñanzas medias, en la calle. Ahí está la sociedad civil para decir basta. Nuestra sociedad civil dice que votará otra vez a quién se ocupa de intereses espurios; que total unos trajes…; que le parece normal la manipulación informativa, que no ve nada malo en que los de siempre sigan esquilmando el bien común. Mientras, nuestros jóvenes, desconocen el nombre del President de la Generalitat, ni saben de su gestión. Nuestros jóvenes solo saben manejar su último modelo de móvil mientras hacen explotar un globo de chicle.
¿Sabrá encontrar el lector las siete diferencias?
Estos del PP son un verdadero jeroglígico DE CORRUPCIÓN
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