Por el buen camino

El gobierno socialista de Rodríguez Zapatero lleva una legislatura desdiciéndose de lo que había dicho en la primera. A saber, que era un gobierno de izquierdas. No dudo yo de la voluntad progresista del Presidente del Gobierno, ni de su ejecutivo, pero los hechos desmienten la supuesta voluntad de hacer una política social y de izquierda. El recorte del salario de funcionarios, la reforma laboral, la congelación de las pensiones, la supresión ahora de la prestación llamada PRODI para desempleados que han agotado el seguro de desempleo, y otras medidas que asoman por el horizonte, como el flirteo con el co-pago en sanidad o el retraso en la edad de jubilación, nos hubiesen parecido inadmisibles con un gobierno conservador, y no nos habríamos sorprendido dado que esas son las recetas que sigue el modelo de la derecha.

Y en ese travestismo político nos encontramos cuando se multiplican las voces que nos susurran que las medidas tomadas van en la buena dirección. Que ese es el buen camino. El buen camino siempre ha tenido unas reminiscencias con olor a catecismo de las que es saludable sospechar. Y las sirenas de Ulises indicaban con sus cantos cuál era el buen camino; un buen camino que llevaba a los marineros más incautos directamente al fondo del océano.

Si los comisarios europeos, la patronal, el Banco de España, El Banco Central Europeo, y el reto de organismos financieros, e incluso la oposición “liberal-conservadora”dice que vamos en la buena dirección, habría que preguntarse: ¿En la buena dirección para ir a dónde? Porque a mí me da en la nariz que a algunos no nos va a gustar el final del trayecto.