Efectívamente según hemos sabido, del nuevo agente comercial de la marca del caballito, además de todo lo que ya conocemos sobre sus andanzas al filo de la ley, ahora sabemos que ni tan siquiera en casa puede estar tranquilo. Es evidente que estamos frente a una anécdota menor de la que han participado los antecesores del actual ocupante del Palau, que no tiene una responsabilidad muy diferente a la que han tenido los anteriores inquilinos, pero vaya que resulta "chungo" que este adalid de causas judiciales abiertas por todo tipo de inquietantes irregularidades, no pueda ni siquiera, sentarse a leer un libro frente a la chimenea, sin la la sombra de una nube de togas que le envuelva. Ahora bien como casi todos nuestros lectores saben, nos afecta un mal muy especial que es el "optimismo patológico", casi siempre somos capaces de obtener una visión positiva de la realidad que nos envuelve. Respecto a este caso, que ha salido a la luz recientemente, nos debemos de sentir satisfechos de que el Presidente no pueda disponer de una escritura de propiedad del Palau, de manera que no podrá poner a la venta, este edificio emblemático, como ha hecho con La Cigüeña y otras sedes de propiedad pública. Personaje curioso este Camps, una versión reditada de un "Midas inverso" que todo aquello a lo que se aproxima aparece envuelto en un velo turbio, de irregularidad y de causas judiciales pendientes...
Me encanta esto del Midas inverso y la imagen de Camps frente a la chimenea envuelto en la nube de togas.Muy bueno Welfare.
ResponderEliminarmuchas gracias Zigurat, se me ocurren pocas imágenes tan patéticas y a la vez tan reales como la vida misma: una nube de togas y sin otra salida que el fuego abrasador de la chimenea ....
ResponderEliminarRummmmmm, ruuummmmmm, ruuuuuummmmmmm.
ResponderEliminarcebollino, se te entiende todo....
ResponderEliminarNo me gusta ir por ahí corrigiendo a la gente,pero esta vez Cebollino tiene que fijarse un poco más.
ResponderEliminarEs,Burrum,burrum,burruuuuum.Es que si no,no es lo mismo
lo que yo queria, gracias
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