martes, 22 de septiembre de 2009

Sobre la autoridad

Mezclar educación con castigo, ir convirtiendo a los maestros y educadores en figuras penalizadoras dotándolas de una malentendida autoridad, me lleva a reflexionar de nuevo sobre que tipo de personas queremos que sean nuestros hijos.

A mi entender, el sistema educativo debe tener como objetivo máximo facilitar el aprendizaje de los niños/as para dotarlos de las capacidades y oportunidades que les sirvan para su crecimiento, para su conocimiento y para ser conscientes de su propia responsabilidad. En la medida, que elementos o finalidades de otros sistemas (judicial, policial...) se vayan introduciendo en el ámbito pedagógico, la esencia de éste quedará diluida y los participantes (maestros, niños/as, padres) tendrán serios problemas para ocupar el lugar que les corresponde.

Si los educadores sienten que su trabajo facilita el encuentro de los niños/as y jóvenes con una parte del mundo; si consideran a las personas que tienen delante, no solo como recipientes de saberes sino como sujetos activos en su proceso de crecimiento, la autoridad, su autoridad se entiende y se respeta, no hace falta legislar para dársela.

Si en cambio, los educadores nos consideramos como garantes de una única realidad y desatendemos la diversidad, entonces perdemos la oportunidad de disfrutar del proceso de descubrimiento que supone el aprendizaje de un niño/a.

Sé que el cansancio existe y la falta de recursos también, pero la tranquilidad y el descanso no las darán los nombramientos de "autoridad pública". Penalizar de nuevo al niño como solución a la pérdida de referencias de los adultos, no me parece solución.

Tenemos que recuperar la comunicación, la buena comunicación desde dentro.



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