lunes, 11 de mayo de 2009

Paterna y Torrent (1ª parte).

Torrent y Paterna representan el patrón de desarrollo suburbano a la española (incluso me atrevería a decir “a la valenciana”) y merecen algunos comentarios y reflexiones desde el análisis de las políticas públicas, en especial las políticas sociales.

Ambos municipios están situados en el cinturón metropolitano de Valencia, y cuentan con una población más o menos similar (61.000 habitantes en Paterna, 76.000 en Torrent). Tuvieron un fuerte crecimiento durante los años del desarrollo franquista, siendo polo de atracción industrial y de inmigración interior, especialmente andaluza (Torrent tiene el festival flamenco más importante de la provincia de Valencia); ambos municipios, obviamente, sufrieron con rigor la crisis de los años 70.

Con los primeros ayuntamientos democráticos, Torrent y Paterna votaron mayoritariamente a la izquierda, y hasta el año 2007 estuvieron gobernados por la izquierda. Durante los años 80 y primeros 90 se desarrollaron políticas sociales y de dotación de infraestructuras educativas, sociosanitarias y culturales, de manera que ambos municipios despegaron y se convirtieron en un polo de atracción de desarrollos urbanísticos suburbanos, atrayendo a una población nueva que huía de la ciudad y buscaba una mejor calidad de vida en un entorno menos agresivo y más natural.

Paterna y Torrent se situaron en el epicentro de la especulación urbanística, generaron proyectos tan cuestionables como VALTERNA o Parque Central, y dieron acomodo a una población que aspira a generar entornos segregados, sin inmigrantes, con altas dosis de seguridad (generalmente privada) y que prescinde, por estas mismas razones, de unos servicios públicos universales (educación, transporte, sanidad,....) que rechaza por considerarlos económicamente gravosos y políticamente perversos.



Con estas bases, era previsible (aunque a muchos les cogió por sorpresa) que las elecciones de 2007 culminasen el proceso de transformación, haciendo que el gobierno municipal, en ambos casos, pasase a manos del Partido Popular. La Ley de Hierro de los suburbios provocaba, incluso, un efecto sorprendente: que se votase mayoritariamente al gobierno responsable de la gestión del mayor accidente de metro de la historia de Europa, y cuyas víctimas procedían mayoritariamente de Torrent. Y es que difícilmente podía sentirse implicado en el accidente un electorado que rara vez utiliza los servicios públicos.

La primera lección que hay que extraer es que el análisis político debe incorporar la perspectiva de la tipología urbana. Se ha expresado ya en diversos estudios que la victoria de Obama ha sido la de ganar espacios demócratas en los suburbios, tradicionalmente feudos republicanos. Y con ello no se debe ocultar, sin embargo, unas grandes dosis de culpa de los anteriores gestores políticos de Torrent y Paterna.

Una segunda conclusión me atrevo a lanzar: desde principios de los 90, los nuevos suburbios, las nuevas áreas de expansión urbana de las grandes ciudades (Madrid y Valencia especialmente) han sido el mayor granero de votos del Partido Popular. Las políticas sociales de la izquierda en la década anterior produjeron un fenómeno espectacular de regeneración urbana (Torrent y Paterna fueron campo de vanguardia social con el programa de Barrios de Acción Preferente), lo que generó un efecto paradójico: las tendencias políticas de los centros urbanos de las grandes ciudades (conservadoras) se reproducían en los municipios de los antiguos cinturones metropolitanos, pero esta vez no en el centro urbano de esos municipios, sino es sus suburbios, plagados de viviendas adosadas y urbanizaciones ajardinadas. El efecto multiplicador sobre el voto conservador fue espectacular, y la gran mayoría de las áreas metropolitanas de Madrid, Valencia, Murcia, Alicante, Sevilla,.... están gobernadas por la derecha.

La última lección que nos deben ofrecer Paterna y Torrent es la de intentar comprobar si este estado de las cosas puede o no cambiarse. Y eso lo dejaremos para la segunda parte de este artículo...


8 comentarios:

  1. vaya intriga Atticus, acabas en lo más interesante ¿esto tiene arreglo?

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  2. Desde el olimpo, ya se sabe, se ve todo. Y lo que veo de paterna, me indica que la izquierda o recupera a recuperar su espacio y reconoce a la ciudadania, o hay drecha para rato.

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  3. magnífico Atticus, ojalá aquellos que tienen la labor de realizar una oposición con vocación de gobierno lo tuvieran tan claro, hay mucho en juego y posiblemente situaciones dificilmente reversibles.

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  4. Estupendo análisis político. Es evidente que estos territorios se han desarrollado de forma que los equilibrios de población naturales han sido rápidamente transgredidos. Supongo que los dirigentes y responsales políticos de todo tipo, realizan análisis relacionados con la geografía humana, y los tienen en cuenta para cualquier actuación. Pero también supongo, visto lo visto, que nadie les hace ningún caso. Ansioso y expectante, espero lo que parece una promesa de segunda parte.

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  5. Como se enteren esos pseudoburgueses que viven en un suburbio, les da un ataque.

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  6. Dos anotaciones algo apresuradas (es mi forma de reconocerme, quizá, equivocado:
    1.- Cabe la posibilidad que, en tu reflexión, la causa y el efecto se confundan. Porque es posible que fueran los entornos segregados, aquellos entornos que fueron proyectdos y amparados en una política urbanística irreflexiva y primaria la que generase esa fragmentación social y electoral; esa "sorpresa" electoral tan predecible.
    2.- Es posible que no lo haya entendido, pero me parece que concluyes que las políticas de regeneración urbana (y otras, tal vez) conducen, quizá no de forma inevitable pero muy frecuentemente, a una especie de mutación ideológica hacia el conservadurismo. Y con ello la izquierda lleva en sí misma la semilla de su autoliquidación.
    Me pensar que la explicación a estas paradojas se encuentra e la práctica de una política urbanística y social fragmentadora... La haga quien la haga. Sólo me queda desear que el que la hiciere no me cuente entre los suyos. Se llame como se llame

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  7. que le vamos a hacer11 de mayo de 2009, 21:38

    yo creo que no resulta una tarea sencilla analizar lo que está pasando con la izquierda, con las izquierdas,en la Comunidad Valenciana en nuestro país, Europa y en resto del mundo, parece que juega el partido mirando el tablero del equipo contrario, es decir más que desarrollar un proyecto propio lleva a cabo una forma más o menos light de las políticas conservadoras,además los mensajes tradicionales, los referentes de la izquierda son poco atractivos, sobre todo por la colonización de medios al servicio del capital, de todas maneras, en mi opinión la auténtica distancia actual entre las dos corrientes ideológicas se produce mediante la correcta aplicación de políticas sociales que produzcan un efecto compensador ante la desigualdad.

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  8. Vaya debate interesante que se ha generado con tu interervención Atticus. El fenómeno que describes, y que efectivamente en España se da desde finales de los 80 (con la arpobación y puesta en marcha de los planes generales gestados en épocas socialistas) es conocido en toda Europa y sobretodo en el ámbito de los paises del arco mediterráneo cuyo paradigma es Italia (en los 90 ellos ya estaban en lo que se conoce como la tercera generación en sus planes reformistas, los de la izquierda) y cuyo buque insignia es la ciudad de Bolonia, la mayor ciudad en manos de la izquierda durante todo ese tiempo (desde la finalización de la 2ª guerra mundial), la de mayor renta per cápita, la de mayores y mejores servicios y la "más cara" para vivir. Si estas situaciones no se corrigen, sobreotodo haciendo partícipe al ciudadao de la situación y de la impotancia de implicación no delegando sus tareas en los políticos, esto es participando,la derecha fagocita el trabajo de todos en su favor, acabamos creyéndonos que somos ricos de toda la vida, y al final el incremento de los recibos de la basura hacen que se pierdan dos ciudades emblemáticas de la izquierda en el área metropolitana. Espero con ansia la segunda parte.

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