NEMAWASHI

Las empresas japonesas tienen el mayor nivel de éxito en la gestión de los procesos de cambio, innovación y transformación; en buena medida estos resultados son los responsables de que desde Occidente hayamos acuñado expresiones como “gigante asiático”, “milagro japonés”, etc etc

NEMAWASHI es el nombre japonés con el que se designa a esos procesos de cambio e innovación, y consiste en abordar las transformaciones “desde abajo” y bajo premisas de diálogo y reciprocidad. Una propuesta de un empleado necesita, para subir al escalón superior, ser aceptada por el 100% del grupo proponente; si fracasa, deberá ir adaptándose, recogiendo ideas o propuestas de otros miembros del grupo, hasta lograr la unanimidad. Sólo entonces subirá al escalón superior, donde la propuesta seguirá un idéntico proceso. El resultado es que, al final, el nivel de fracaso en los procesos de innovación es prácticamente desconocido en la empresa japonesa.

Comparemos este proceder con el que practica por estos pagos el Consell de Francisco Camps. Nunca antes tuvimos un Gobierno valenciano tan anclado en la improvisación, la falta de planificación, la ausencia de diálogo y la carencia de toda vía de consenso, y ello nos mete, una vez más, en el fracaso colectivo más que previsible. Las iniciativas a golpe de ocurrencia son cada día más flagrantes: el contrato de integración de inmigrantes, la ley de defensa de la vida, las escuelas de ciudadanía, los desdoblamientos de autopistas de peaje que sólo se congestionan un par de semanas al año, y así un largísimo etcétera que resultaría inacabable.

Lo más grave es que, además, la improvisación se ha cebado en el sector más sensible de los servicios públicos, y en el que, además, más comprometemos nuestro futuro: en la Educación. Módulos para superdotados, incorporación del chino mandarín, educación para la ciudadanía en inglés, “equipamientos educativos modulares” que, en realidad, son simples barracones,....

La conjunción de dos mentes con tan escasas luces como las de Camps y Fontdemora está realmente sangrando las expectativas de futuro de la infancia y la juventud valenciana, y ponen en evidencia a dos personajes que gobiernan desde la irracionalidad y la falta de reflexión. Un personaje como Rus, desde sus cortas miras, tal vez ha puesto el dedo en la llaga, cuando ha declarado que a la comunidad educativa y al personal docente, “lo que hay que hacer es rematarlos”.

A nuestros dirigentes cualquier empresa japonesa les habría entregado ya hace tiempo la carta de despido; por eso, tal vez, nos corresponda a los ciudadanos de esta Comunidad hacer nuestro propio Nemawashi, de manera que nos pongamos todos de acuerdo en que hay que tirar de una vez a estos personajes, condición necesaria para poder alumbrar un futuro con alguna perspectiva positiva.