A través de la página web de la Universitat de València, desde hace unos días podemos acceder a una información muy interesante sobre el comportamiento de la ciudadanía de la Valencia de finales del XIX y principios del XX. El ejemplo que nos proporcionan los estudiantes de la Facultad de Medicina de Valencia que en 1908 cursaban esta disciplina es impresionante.
Quizá sea importante recordar cómo era la España de 1900, la heredera del reciente desastre del 98, la que recoge el pesimismo de la crisis por la pérdida de la histórica hegemonía colonial hispana. Pues bueno, en ese marco un estudiante de medicina lee la obra de Darwin y un año después, junto con sus compañeros de universidad, organiza un homenaje con motivo del centenario del nacimiento del autor. Resulta muy estimulante ver cómo "el colectivo estudiantil se organiza para conmemorar y reivindicar a la figura representativa del evolucionismo" en el mundo, y cómo la prensa mundial se hace eco del evento situándolo en civismo e interés por delante de la celebrada en el Londres de Darwin.
Las actuaciones que con motivo del homenaje se organizaron son de una calidad excepcional y la publicación que resume las intervenciones interesantísima. Mayoritariamente participan alumnos de la Universidad, y ¡vaya alumnos!, cuando se ojea el listado de participantes estudiantiles parece que se está circulando por el callejero de la ciudad de Valencia, y vamos con la mayor de las naturalidades de Eduardo Boscá al Pasaje Bartual Moret, por ejemplo; sin dejarnos por el camino a la doctora Concepción Aleixandre (ilustre discípula del ilustrísimo Ramón y Cajal). Como plato principal se cuenta con la presencia de grandes figuras y firmas famosas de la época como la de D. Miguel de Unamuno (que asistió personalmente al acto) o la del doctor Pelegrín Casanova (conocido evolucionista y discípulo de Thomas Huxley, ilustre tío del famoso Aldous). El facsímil editado se puede descargar desde la red y su lectura es más que recomendable.
Ahora cien años después observamos como la pasividad se ha instalado en la sociedad y en cierta parte de la profesión médica, alineándose con los sectores religiosos más conservadores (y no precisamente del tercer mundo), construyendo teorías pseudocientíficas para intentar sostener el creacionismo, esta cuestión debería hacernos reflexionar profundamente sobre lo necesario que es tener una mente y un pensamiento libre y pragmático, sin encorsetamiento por la creencia personal, para que la ciencia avance y con ésta, la sociedad. Acerca de esto habría que recordar que el mismo Darwin nunca perdió su fe y que dentro de la Iglesia Católica ha habido personajes tan interesentes como el paleo-antropólogo Jesuita Teilhard de Chardin, que proporcionó una visión muy particular de la evolución y que lógicamente provocó gran controversia en la iglesia en su momento.
NOTA: El encabezado de la entrada se corresponde con el de una de las intervenciones que aparecen en el libro, es nada menos que de otro ilustre con calle: Adolfo Gil y Morte.
Una pequeña objeción. Sin restar méritos a los citados Boscá, Bartual y Aleixandre, no pondría yo al mismo nivel a don Santiago, uno de los científicos más grandes de la historia de todos los tiempos a más de otros méritos, con un “del no menos ilustre”. Y siguiendo su peculiar reseña al callejero de la ciudad de Valencia, quizás por esa razón, éste no tiene una calle sino una Gran Vía.
ResponderEliminarme parece muy oportuno y actual el tema tratado, hoy mismo la cadena SER dedicaba su programa de la mañana a la figura de Darwin, resucitado por el debate de los autobuses.
ResponderEliminarMuy buena observación SDLR(si es que dónde esté la razón, aunque sea con sueño, que se quite lo demás). Gracias, creo que ha mejorado la entrada con el cambio.
ResponderEliminarenhorabuena Numerobis, tema actual tratado desde la visión historico-medica, que nos recuerda como a principios del siglo XX unos estudiantes de medicina eran capaces de organizarse para revindicar una figura, Darwin, que representaba la modernidad y el pensamiento libre y cientifico frente a lo irracional Lo triste, como tu bien señalas es que 100 años despues estamos todavia dandole vueltas y negando evidencias.
ResponderEliminarLa pasividad se ha instalado en la sociedad por pura selección natural; sobreviven los más adaptados al entorno, a cualquiera de ellos. La unidad de criterio, la que sea en cada momento, es lo que vale.
ResponderEliminarUniversidades, sindicatos, partidos, asociaciones, etc. pueden incluso admirar a los más capaces, pero los apartan de los mejores los puestos. Vemos como triunfan los mediocres, los que se alinean con el poder; los inadaptados pueden ser castigados, no sólo por sus contrarios sino por sus propios compañeros. Intentan -y consiguen- que la sociedad premie a los "sin mérito" mientras mantienen ocultos a los que pueden sobresalir.
¿Y qué hace el individuo solo frente a todo esto? Supongo que sobrevivir.
Sin identificar, has dado un giro a la teoria de la evolución ciertamente muy interesante, es la base del acoso laboral, primro se aparta al individuo "mal adaptado" por no estar aliniado a las tesis del poder y luego se le elimina de diversas formas y el que sobrevive se convierte en un zombi, asi esta la Generalitat Valenciana y me temo que muchos sitios mas.
ResponderEliminarProbablemente Darwin llevaba razón, el hombre procede del mono y dios procede del hombre, pero doscientos años después todavía hay que contratar campañas de publicidad en autobuses para mostrar la evidencia, que le vamos a hacer.
ResponderEliminarAl margen de la Teoría de la Evolución, que yo pensaba que ya no era una teoría, lo que está demostrado es que el ser humano está por evolucionar.
ResponderEliminarZigurat, para demostrar tu afirmación solo hay que acercarse a avenida de Campanar 32 y conocer a sus reponsables y asesores
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