Entre las costumbres democráticas centenarias se encuentra el sufragio universal, esto es un hombre un voto y cito textual porque lo de una mujer un voto es algo mucho más reciente, en algunos casos con pasos hacia delante y hacia atrás sumamente vergonzosos y vergonzantes. En todo caso, suele ser ya práctica habitual en las democracias desarrolladas, intentar que todos aquellos a los que les afectan las decisiones políticas puedan participar a la hora de elegir a los representantes de la colectividad.El sentido común nos lleva a pensar que cualquier persona, al margen de su lugar de nacimiento, se va a sentir mucho más enraizada si dispone de la posibilidad de contribuir mediante su voto en la elección de aquellos que posteriormente van a tomar decisiones que afectan a las condiciones de vida cotidianas. Solamente el hecho de participar ya supone una forma de corresponsabilidad con la comunidad en su conjunto y además implica una mayor proximidad con aquellos a los que necesariamente les deberán reconocer su autoridad una vez que salen elegidos con los votos de la mayoría. Por tanto, parece evidente, como fórmula para facilitar la integración de las personas que vienen de fuera y acreditan arraigo, que los inmigrantes que ya llevan viviendo un determinado tiempo, en un barrio opinen acerca de la necesidad de zonas verdes, colegios, ambulatorios y todo aquello que va a contribuir a que su vida tenga una mayor calidad. Una democracia madura no debe racanear en la expansión de los derechos democráticos al mayor número posible de personas. De igual manera que hoy consideramos una enorme injusticia de género el retraso en el voto femenino, no tiene sentido que una persona que lleva varios años viviendo en una ciudad, no pueda elegir a su alcalde, solamente porque nació en otro lugar diferente.
Para finalizar, da la impresión que el derecho al voto puede contribuir en el ejercicio de nuestras costumbres mucho más que aprender un listado de fiestas populares de la geografía valenciana. La práctica de las buenas costumbres, supera con creces los juramentos y la demostración de buenas intenciones
viernes, 4 de julio de 2008
¿DEBEN VOTAR LOS INMIGRANTES?
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Os felicito por la intervención de hoy, soy hija de inmigrantes del otro lado del pais (¿y quien no en Valencia?), y sé que la integración se consigue cuando es real de verdad, asumiendo por todos que incluso la representatividad social puede "caer en manos" de este colectivo, y no con historias folclóricas. Ya está bien.
ResponderEliminarefectivamente,soy minero resulta sorprendente lo selectiva que resulta la memoria y lo fácil que nos olvidamos de cuando no eramos la septima potencia, las cosas por aca andaban bastante mal y se emigraba tanto por motivo económico como político, ahora, desde que somos ricos, importantes y nos hemos convertido en destino en lugar de partida ponemos trabas, somos muy ocurrentes instando a que se aprendan "nos se que costumbres", los expulsamos por un "quitamé allá esas pajas" y como nos descuidemos van a ser los responsables de la crisis (desaceleración en versión oficial) económica, por tanto un poco más de memoria y sobre todo un poco más de democracia para todos, gracias por tus elogias y hasta siempre
ResponderEliminarA la pregunta que sirve de titular , la respuesta es SI
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