jueves, 10 de septiembre de 2009

El desconcierto de la juventud

Corría la primavera del 2000 cuando nos regalaba el profesor catalán Salvador Cardús un magnífico ensayo cuyo nombre no requiere mayor explicación, se titulaba “El desconcert de l´Educación”, han pasado los años y podíamos extender el titular al grupo especialmente señalado en el libro, los jóvenes, los adolescentes, efectívamente parece que se han perdido las claves acerca de cómo afrontar debidamente la educación en el último tramo de la escolarización obligatoria, más del 40% de alumnos están condenados a fracasar en sus estudios en esta etapa. Además se han incorporado nuevos elementos extraescolares: el primer empleo cada vez es más precario y el paro juvenil supera ampliamente el 30%. Estos dias hemos asistido a un lamentable espectáculo de violencia juvenil en Pozuelo, algo que algunos han venido a denominar “la rebelión de los pijos”, referida a jóvenes que tienen de todo, pero que nada les satisface. La conducta violenta, extremadamente violenta con asalto a la comisaría incluido, se ha producido sin que mediara ningún elemento grave, más allá de la pugna entre jóvenes parece que tenemos que buscar entre sus desencadenantes, la evasión producida por los efectos del alcohol. Conviene reflexionar seriamente acerca de lo que está pasando, de lo que están pasando nuestros jóvenes y sobre todo que se puede y que se debe hacer para reconducir esta situación, los políticos y también los técnicos de la intervención social tienen una especial responsabilidad y una tarea urgente para ofrecer respuestas o al menos para superar, parafraseando al profesor Cardús, este desconcierto y hacer algo más que observar con sorpresa una realidad que nos asalta, que no nos gusta pero no sabemos como atajarla. Desde luego cerrando los ojos no vamos a resolver nada y no ayudan declaraciones como las del Alcalde Popular de la localidad que afirma que los provocadores eran "energúmenos de fuera", tampoco se profundizan en las causas con la afirmación de Esperanza Aguirre que hablaba de "alborotadores profesionales". Desde luego, no hay peor ciego que aquel que no quiere asumir su responsabilidad, por favor, que alguien se lo tome en serio.

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