En general tenemos una idea equivocada de lo que son las políticas sociales, las asimilamos a una especie de arrebato “Robin Hood” que tienen los gobiernos (de mayor crudeza cuanto más a la izquierda se encuentra ese gobierno), y que consiste en quitar a los ricos para dárselo a los pobres. La realidad es bien diferente, y si bien es cierto que no todos pagamos los mismos impuestos, lo hacemos en función de nuestra renta, tampoco el pago es lineal según como sea esa renta (alguien que gane el doble que yo, no paga el doble que yo).
Sin embargo, con las políticas sociales se sufragan aquellas cosas que la sociedad entiende como un derecho y que son básicas, como por ejemplo la gratuidad de la enseñanza obligatoria y la sanidad pública, a estas políticas las llamaremos de Tipo A, luego existen otro tipo de ayudas que se otorgan de manera discriminada, en función de la necesidad que se tenga de ellas, y con una intensidad que dependerá de la situación individual del beneficiario, a estas las llamaremos de Tipo B, y dentro de este grupo, entrarían desde las becas universitarias, a las ayudas destinadas a la adquisición de una vivienda, pasando por las ayudas a reguladas en la Ley de Dependencia. La gente que más paga cree que está cargando con el coste de las políticas A y B, cuando apenas hace uso de esos servicios (aunque tiene derecho al 100% de los de Tipo A, y en función de su situación a aquello que le corresponda del Tipo B), y que la hacienda pública se ceba especialmente en ellos
Ahora bien, lo que se sufraga con nuestros impuestos, no son solamente políticas de Tipo A y de Tipo B, existe un tercer grupo, al que ya puestos, le llamaremos Tipo C, que funcionan igual que el B, pero a la inversa. Son aquellos servicios, que se ofrecen también de manera discrecional, pero que para poder acceder a ellos se han de tener rentas, no ya por debajo de mínimos (como es el caso del Tipo B), sino por encima de éstos, y para verlo claro un ejemplo: El Palau de Les Arts, se trata de un espacio cultural de alto nivel, donde si no se tiene suficiente dinero, simplemente no se entra, aunque el localito lo hayamos pagado entre todos, varias veces ya (los ricos también, por supuesto) y las arcas públicas carguen con los déficits escandalosos que acumula año tras año (entre otros motivos, por el alto porcentaje de taquilla destinado a protocolo, esto es, gente que ve el espectáculo y no paga), una vez terminada la temporada. Otros ejemplos serían los que tienen que ver con las programaciones o los eventos que las ciudades de nuestra Comunidad organizan, en teoría para situarlas en el mapa de lo más “chic” y generar riqueza (yo esto no voy a poner en duda, las acciones de Tipo A y B también cumplen con este cometido), eventos éstos no reservados para un peticionario de vivienda pública de régimen especial, aunque también lo sufrague, por poner un ejemplo.
Así que ánimo, y empecemos la semana pensando que entre todos subvencionamos los caprichos de los ricos (incluidas sus inversiones y pelotazos rescatados por los gobiernos con nuestro impuestos), y que además, tienen la delicadeza de invitarnos un día, después de tres años de apertura, a una sesión de puertas abiertas, visita a las goteras incluida, Las Provincias y Levante EMV, y que unas 4.700 personas se hayan podido enterar (más o menos) qué entre todos también les echamos un cable a los ricos.
Sin embargo, con las políticas sociales se sufragan aquellas cosas que la sociedad entiende como un derecho y que son básicas, como por ejemplo la gratuidad de la enseñanza obligatoria y la sanidad pública, a estas políticas las llamaremos de Tipo A, luego existen otro tipo de ayudas que se otorgan de manera discriminada, en función de la necesidad que se tenga de ellas, y con una intensidad que dependerá de la situación individual del beneficiario, a estas las llamaremos de Tipo B, y dentro de este grupo, entrarían desde las becas universitarias, a las ayudas destinadas a la adquisición de una vivienda, pasando por las ayudas a reguladas en la Ley de Dependencia. La gente que más paga cree que está cargando con el coste de las políticas A y B, cuando apenas hace uso de esos servicios (aunque tiene derecho al 100% de los de Tipo A, y en función de su situación a aquello que le corresponda del Tipo B), y que la hacienda pública se ceba especialmente en ellos
Ahora bien, lo que se sufraga con nuestros impuestos, no son solamente políticas de Tipo A y de Tipo B, existe un tercer grupo, al que ya puestos, le llamaremos Tipo C, que funcionan igual que el B, pero a la inversa. Son aquellos servicios, que se ofrecen también de manera discrecional, pero que para poder acceder a ellos se han de tener rentas, no ya por debajo de mínimos (como es el caso del Tipo B), sino por encima de éstos, y para verlo claro un ejemplo: El Palau de Les Arts, se trata de un espacio cultural de alto nivel, donde si no se tiene suficiente dinero, simplemente no se entra, aunque el localito lo hayamos pagado entre todos, varias veces ya (los ricos también, por supuesto) y las arcas públicas carguen con los déficits escandalosos que acumula año tras año (entre otros motivos, por el alto porcentaje de taquilla destinado a protocolo, esto es, gente que ve el espectáculo y no paga), una vez terminada la temporada. Otros ejemplos serían los que tienen que ver con las programaciones o los eventos que las ciudades de nuestra Comunidad organizan, en teoría para situarlas en el mapa de lo más “chic” y generar riqueza (yo esto no voy a poner en duda, las acciones de Tipo A y B también cumplen con este cometido), eventos éstos no reservados para un peticionario de vivienda pública de régimen especial, aunque también lo sufrague, por poner un ejemplo.
Así que ánimo, y empecemos la semana pensando que entre todos subvencionamos los caprichos de los ricos (incluidas sus inversiones y pelotazos rescatados por los gobiernos con nuestro impuestos), y que además, tienen la delicadeza de invitarnos un día, después de tres años de apertura, a una sesión de puertas abiertas, visita a las goteras incluida, Las Provincias y Levante EMV, y que unas 4.700 personas se hayan podido enterar (más o menos) qué entre todos también les echamos un cable a los ricos.
La verdad es que se necesita conocer aquellas cosas que entre todos pagamos para disfrute de unos pocos, y la gestión de los dineros con los que se pagan. Como dices en la intervención, hay cosas que habremos pagado varias veces o sobre las que se habrán pagado sobrecostes "sobrecogedores"...
ResponderEliminarHola numerobis no se si ponerme "porretas" y argumentar sobre tus verdades ejemplarmente resumidas o por el contrario hacer un alarde cínico sobre el asunto de las ayudas tipo C..., bueno me decanto por lo último. ¿Cuantos de los 4700 que acudieron a la visita del Palau pagan sin saberlo, no iran nunca a ver un espectáculo (por diferentes motivos) y encima se sienten felices por la invitación del Camps, además de ellos ¿cuantos crees que hablaran como entendidos de su visita y seguiran votando al generoso PP que con la mano llena de vaselina les limpia la cartera?. Sarna agusto no pica amigo numerobis, tenemos lo que nos merecemos: ignorancia i blaverisme.
ResponderEliminar¡Enhorabuena Numerobis!, ¡pero qué didáctico!. La pena es que estaba yo tan tranquilo, por aquí la clase media, orgulloso de pagar impuestos para poder ir al centro de salud cuando estoy enfermo (otra cosa es para cuándo te dan la visita) y de estar justo por encima de la renta para que no me lleguen las becas a los hijos pero sí a los que las necesitan más...y vas y sales con el "Tipo C". Yo no voy al Palau de Les Arts porque no me apetece (supongo que no tengo el paladar entrenado para determinadas exquisiteces), pero resulta que estoy sugragándolo a los ricachones, que también ven en primera línea las regatas y carreras varias. Numerobis, no sé si la ignorancia es mejor, pero al acostarte se duerme antes, o se duerme siempre.
ResponderEliminarLo bien cierto, es que la entrada no va en contra de la realización de actos culturales de mayor o menor empaque en la ciudad, sino en cómo se gestiona y se "distribuye" el acceso a los ciudadanos a los mismos. Cuando mi economía me lo permite, asisto a este tipo de actos, porque mis aficiones van por ahí, pero veo los precios que hay que pagar, lo difícil que es encontrar entradas (es una auténtica carrera de obstáculos el sistema de adquisición de entradas, reto a cualquiera a que lo intente con el sistema kafkiano que tienen) y que luego una gran cantidad de localidades, ademas de las caras (desde cualquier punto de la sala se ven), se destinan a lo que tan elegantemente se llama "protocolo" (muchas veces se quedan vacías, otras reconoces a los que están sentados allí y sabes que no han pagado), pero que podría tener otro nombre como "enchufaos",. Sería interesante que algún responsable dijese de qué porcentaje de taquilla se trata, y del valor en venta de esas entradas.
ResponderEliminarLas políticas culturales y de ocio son necesarias, pero han de realizarse con sentido común y no para hacer el culo gordo a quien no lo necesita (salvo para dejarse ver como "culto" o para poder sacar el visón de la nevera en pleno mes agosto y lucir palmito peludo), sirven para enriquecer una parte importante del ser humano, no para el despilfarro y la exclusión.