miércoles, 9 de julio de 2008

DESALOJOS y REALOJOS

No se trata del mismo problema, aunque el tema central es la VIVIENDA. Sin lugar donde habitar la vida es difícil, dura y yo diría que imposible. En un barrio de Valencia, La Torre, llevaban “viviendo” durante años un grupo de familias, en chabolas, en casas de autoconstrucción, con toda seguridad en malas condiciones, pero los niños estaban escolarizados, seguían su calendario de vacunas… las familias vivían. Un concejal de la oposición denunció la situación y la corporación local se puso manos a la obra. Desalojo forzoso, con pala incluida y fuera. Se les ofreció cobijo en un albergue. Las familias no aceptaron, “en un albergue no podemos vivir en familia”. El Ayuntamiento de Valencia piensa que sí y así lo manifiesta. Por tanto el problema ya no es suyo. Son los vecinos los que no aceptan.

Otra cara del problema de la vivienda lo comenta Numerobis: el programa que está llevando a cabo el Ayuntamiento de Gandía, adquiriendo viviendas a aquellos vecinos que no pueden pagar la hipoteca y que corren el riesgo de encontrarse en la calle, y dándoles la oportunidad de continuar en la vivienda que ha sido su hogar, a cambio de un alquiler acorde a sus posibilidades.

Son dos problemas que giran alrededor de la VIVIENDA. Por supuesto que no es el mismo tipo de problema ni sirve la misma solución. No es lo mismo tratar familias de forma individual que un asentamiento colectivo. Pero el programa de Gandía tampoco estaba en ningún manual. Se ha encontrado a base de conocer la situación de unas familias, estudiarla, analizarla y buscar alternativas. Este proceso lo llevan a cabo los técnicos, los profesionales, pero la decisión es de los políticos. El Ayuntamiento de Valencia cuenta con buenos profesionales, que pueden proponer pero no decidir. Para que surja una iniciativa y se lleve a cabo hace falta armonizar todos los elementos: profesionales que estudien y propongan y políticos que se interesen por los problemas de los ciudadanos y tomen decisiones en ese sentido.

Gandía puede ser un ejemplo de armonía y Valencia de desencuentro. Quien se beneficia o lo sufre es el ciudadano. También los profesionales que no encuentran eco en sus propuestas.

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