“Cuando me agobia el insoportable clasicismo de la arquitectura que me rodea, miro hacia arriba y tomo aire, esto me permite seguir vivo mientras disfruto de la representación”. Esto es lo que me dijo hace tiempo un conocido, gran aficionado a la ópera refiriéndose al edificio de la Ópera de París, el Palais Garnier, y al contraste que los frescos de su cúpula, obra de Marc Chagall, ejercen en el entorno arquitectónico sobre el que se encuentran. Me ha venido a la memoria este comentario tras conocer la polémica que ha provocado la obra de Miquel Barceló en Ginebra en el mundo de la cultura, un mundo en el que todos opinan y además creen tener razón.
Nada más lejano de la realidad, el mundo de la subjetividad es un derecho que todos tenemos y por mucho que cientos de corrientes interesadas intenten llevarnos de un extremo a otro, nuestra obligación es la de ejercerlo “como mejor podamos” esto es, de aquella manera que sin herir a nadie nos permita “ser más felices”. Para mi esa es la premisa y el escuchar a grandes gurús, de esos que hablan de todo y que sólo se saben mirar su propio ombligo, sentar cátedra sobre el caso Barceló me produce mucha risa (polémica incluida sobre si 500.000€ del presupuesto han salido de fondos destinados a ayuda al desarrollo, que alguien me explique primero porque estos fondos y los que se destinan a temas culturales, son tan magros si se los compara con otros cuyo destino, por poner un ejemplo, es el estreno europeo de la última película del 007).
Así que para poder ver el asunto desde otro enfoque me gustaría dedicarle unas palabras a otra obra, polémica también ya que se tuvo que terminar deprisa y corriendo (había una boda urgente que realizar en el lugar), pero que sobre la cual los medios u opinaron “otras cosas”, o simplemente no opinaron. Se trata de las célebres pinturas de Kiko Argüelles en la Catedral de la Almudena de Madrid, lugar cristiano por excelencia de la capital de España, realizadas en la parte más visible del templo y de las cuales me surgen un gran número de cuestiones (¿Quién le hizo el encargo?, ¿Cuánto ha costado? y a la vista del resultado ¿en base a qué se le encargó?), sobre las que nadie me arroja luz. Me he leído todo el artículo que el diario -El Mundo- les dedicó y no consigo reponerme del susto.
Por supuesto que el conocimiento y el estudio permiten abordar el mundo del arte con otra perspectiva, pero la capacidad de emocionar y/o sentirse conmovido por el arte es personal e intransferible. El problema es cuando esto por narices ha de convertirse en dogma de fe. Espero de todo corazón, que a los usuarios de la Sala de los Derechos Humanos y la Alianza de las Civilizaciones en Ginebra, cuando la tensión se les vuelva insoportable, puedan mirar hacia arriba, coger aire y al igual que le sucedía a mi conocido, continúen más serenos con su importantísimo trabajo. Lo mismo les deseo a los catecuménicos, hagan lo que hagan.
Nada más lejano de la realidad, el mundo de la subjetividad es un derecho que todos tenemos y por mucho que cientos de corrientes interesadas intenten llevarnos de un extremo a otro, nuestra obligación es la de ejercerlo “como mejor podamos” esto es, de aquella manera que sin herir a nadie nos permita “ser más felices”. Para mi esa es la premisa y el escuchar a grandes gurús, de esos que hablan de todo y que sólo se saben mirar su propio ombligo, sentar cátedra sobre el caso Barceló me produce mucha risa (polémica incluida sobre si 500.000€ del presupuesto han salido de fondos destinados a ayuda al desarrollo, que alguien me explique primero porque estos fondos y los que se destinan a temas culturales, son tan magros si se los compara con otros cuyo destino, por poner un ejemplo, es el estreno europeo de la última película del 007).
Así que para poder ver el asunto desde otro enfoque me gustaría dedicarle unas palabras a otra obra, polémica también ya que se tuvo que terminar deprisa y corriendo (había una boda urgente que realizar en el lugar), pero que sobre la cual los medios u opinaron “otras cosas”, o simplemente no opinaron. Se trata de las célebres pinturas de Kiko Argüelles en la Catedral de la Almudena de Madrid, lugar cristiano por excelencia de la capital de España, realizadas en la parte más visible del templo y de las cuales me surgen un gran número de cuestiones (¿Quién le hizo el encargo?, ¿Cuánto ha costado? y a la vista del resultado ¿en base a qué se le encargó?), sobre las que nadie me arroja luz. Me he leído todo el artículo que el diario -El Mundo- les dedicó y no consigo reponerme del susto.
Por supuesto que el conocimiento y el estudio permiten abordar el mundo del arte con otra perspectiva, pero la capacidad de emocionar y/o sentirse conmovido por el arte es personal e intransferible. El problema es cuando esto por narices ha de convertirse en dogma de fe. Espero de todo corazón, que a los usuarios de la Sala de los Derechos Humanos y la Alianza de las Civilizaciones en Ginebra, cuando la tensión se les vuelva insoportable, puedan mirar hacia arriba, coger aire y al igual que le sucedía a mi conocido, continúen más serenos con su importantísimo trabajo. Lo mismo les deseo a los catecuménicos, hagan lo que hagan.
hay que ver, cuando el arte entra en nuestras vidas, lo trascendentes que nos ponemos, la suerte que tienen algunos de poder vivir instalados de manera permanente en un estado de extasis constante, me refiero al reportero que hace la crónica de El Mundo, seguro que no necesitó ascensor para alcanzar la cúpula. De su texto se desprende que estaba levitando durante todo el tiempo, jo que suerte, insisto.
ResponderEliminarDe todo corazon aprecio el comentario de tu amigo sobre las pinturas de Marc Chagall de la ópera Garnier la verdad es que efectivamente te transportan a otro sitio lejos del clacisismo. Pero hay que joderse al leer al bobo de Jose F. Ferrer sobre el reportaje del Kiko Agüello habla como si estuviese delante del mismisimo Leonardo, este señor no solo no aporta nada sino que copia de forma descarada los frescos Románicos y Góticos de las capillas del Norte de España y Francia y aún diria más allí hay cosas que son incluso más modrenas; tacha al "pintor" de innovador ¿de que? Leonardo, MIguel Angel, Goya... por citar pintores cláicos que han hecho frescos estan a siglos de distancia del fulano este, que se atreve a decir que renuncia a la vida burguesa, esta claro, para vivir como un rey. Viva Barceló
ResponderEliminarYo no puedo opinar de loq ue no he visto, por tanto me abstengo de comentar la cúpula de Barceló. Pero como la Almudena sí que la he visto, he de decir que la fotografía de las pinturas de Kiko Argüelles en la Catedral de la Almudena de Madrid, no le hace justicia. Para comprobar su valor hay que verlas en directo, te sobrecoge el alma de lo horrorosas que son.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestros comentarios, sólo apuntar que las catedrales nacieron como espacios para reunir a los ciudadanos y dar cobijo a todos aquellos que lo necesitasen, por eso han tenido incluso estatutos legales diferentes de los del resto de los ciudadanos para sus moradores (¿os acordais del acogerse a sagrado del Jorobado de Notre Dame?), por eso me duele que esos sitios que siempre han estado abiertos a todos (peregrinos, pobres, ricos, escuelas, etc), que para eso lo costeaba la ciudad, ahora sean guetos donde hay que pagar para entrar y/o están cerrado. por no hablar del mal estado en que la iglesia (salvo que el estado les subvecione) tiene el patrimonio de todos. Y Yo, si puedo, iré a ver también en vivo y en directo la cúpula Barceló, y en cuanto a la obra de ese hombre del renacimiento que es el señor Argüelles, ya he tenido bastante con el publireportaje del Mundo, que en Madrid hay muchas cosas mejores que ver.
ResponderEliminarLo que resulta curioso es que esos lugares, las catedrales, que nacieron como espacios para reunir a los ciudadanos y dar cobijo a todos aquellos que lo necesitasen,tal y como explica tambien como siempre nuetra admirada Numerobis cobren ahora sus buenos euros para ser visitadas a pesar de los dineros que el estado les dedica para el mantenimiento del patrimonio cultural. Muy bonito, o no, y muy carito. en cuanto a la presentación de lo de 007, no sere yo por mi profesión quien diga que no hay que apoyar al cine, pero claro no es esto lo que se pide, la peli no necesita promoción ni comercilización, no es cine valenciano, tampoco español, no, no ,no...dicen que el ayuntamiento ha pagado un millon de euros. Ademas no salgo yo.
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