Durante varias semanas el Conseller de Inmigración siendo fiel a si mismo, nos ha estado entreteniendo con sus dos grandes y novedosas acciones: el Certificado de Valencianía y el Contrato para la integración de los inmigrantes. El primero, al parecer nos otorga la denominación de origen, no solo en España sino más allá de nuestras fronteras. Y el segundo, permite según afirmaba en el Levante del jueves día 29 de Mayo, su Director General Josep Mª Felip, realizar políticas sociales de integración para este colectivo.
Ni lo uno ni lo otro. Ni el primero sabemos para que sirve, ni el segundo responde a los principios de una política social basada en el bienestar y reconocimiento de las personas. Lo único que se me ocurre, es pensar que son efectos especiales para la creación de un escenario ficticio, que capta la atención de los ciudadanos/as, y produce divisiones graves en el mundo asociativo. Creo que algunos/as estamos bastante hartos de la confusión a la que nos tienen sometidos. Me parece que es un insulto a la inteligencia y al esfuerzo de muchas personas, y también a la profesionalidad de otras que llevan mucho tiempo procurando facilitar espacios de convivencia y participación, el salir con estas propuestas. Creo que algunos/as estamos bastante hartos de aguantar que todas estas acciones responden a políticas innovadores y pioneras (ya no soporto estas palabras).
Por ello, creo que no es cierto que con el certificado y con el contrato se integre a las personas. No es cierto que por mantener una o varias reuniones, se ejercite la participación. No es cierto, que las políticas sociales sean la base de este Consell. Lo que es cierto es que manejan hábilmente las emociones de las persona y que controlan los medios de comunicación. Claro está, que esta es mi interpretación de la realidad.
Hace algún tiempo que lei un libro que se llamaba "como hundir tu empresa y seguir siendo maravilloso". Defendía la tesis de que un alto empleado de una empresa, cumpliendo en aquellos aspectos que de cara a la galería le hacen parecer innovador y moderno, luego, si realmente no se compromete con lo que hace, lo único que consigue es fachada pero no beneficios (salvo para sí, ya que sigue siendo un maravilloso).Creo Arganda que lo que cuentas podría formar parte del contenido de ese libro, que la empresa hundida somos todos nosotros y que los aravillosos son los que sacan titulares de prensa, realizan entrevistas inútiles, rellenan estadísticas de medias verdades... y que seguirán calentando sillas por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Sería importante para todos y necesario, actuar, ¿como? tenemos que esforzarnos en cambiar esta realidad que nos está dejando sin fuerzas.
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