lunes, 1 de junio de 2009

Ayer, hoy y mañana

Por diversas circunstancias, he estado leyendo la Ley de Renta Garantizada de Ciudadanía, y me he parado cuidadosamente en el Preámbulo. En él se hacen las referencias legislativas necesarias, remontando al año 1989 en el que se establecían por parte del Consejo de Ministros de Asuntos Sociales (europeos) recomendaciones para el desarrollo de acciones que favorecerían el acceso a la formación, al empleo, a la vivienda, a los servicios sociales y a la atención sanitaria. ¡CUÁNTO HA LLOVIDO DESDE ENTONCES!

Durante aquellos años, para mí de los más creativos, aparecieron los Planes de lucha contra la pobreza que dieron lugar a una serie de experiencias de trabajo social y que aquí en la Comunidad Valenciana se plasmaron (entre otros) en el Plan Conjunto de Actuación de Barrios de Acción Preferente. Nunca se evaluaron, nunca se acabaron, pero sí se olvidaron. Conceptos como exclusión, marginación, pobreza impregnaban los muchos encuentros de profesionales con la intención de conocerlos, aproximarse a ellos desde la praxis y como no, buscar estrategias para combatirlos. Fueron años, en algunos casos, en los que los poderes públicos, la comunidad encontraron espacios de convergencia para conseguir el objetivo más amplio y complicado como es la inclusión; la inclusión en un territorio, la inclusión en el acceso al empleo, a la formación. La inclusión al sentimiento de pertenencia, que no es otro que sentirse ciudadano con derechos y con responsabilidades.

Parece que voy de un lado a otro en esta exposición, pero la lectura y la evocación que he tenido, me ha llevado, todavía más, a darme cuenta del deterioro que sufrimos en servicios sociales. En su forma de legislar, utilizan palabras, que un día tuvieron sentido porque obedecían a la intención de mejorar y facilitar la vida a un gran número de ciudadanos, y que hoy son meras sílabas que sirven nuevamente para el adorno de la política social que se está haciendo en la CV. Hablar en la Ley de Renta de garantizar una cuantía, cuando sabemos que apenas hay dinero para hacerla efectiva; hablar en la Ley de integralidad, cuando cada vez más se están consolidando los departamentos estancos; hablar en la Ley de la importancia de la participación, cuando la ciudadanía está siendo no reconocida en sus derechos elementales (por ejemplo el de la información), me parece lamentable.

Con la lectura de hoy me he situado en el ayer, no desde la añoranza sino todo lo contrario. Me he querido situar desde la posibilidad que seguimos teniendo de rehacer lo destrozado, porque hubo una vez que pudimos y supimos hacerlo.

1 comentario:

  1. Hola Arganda,
    no hay que ponerse sentimentales!, o sí!! qué caramba! yo recuerdo también aquellos tiempos donde los políticos se apoyaban en los técnicos y, cierto, había una mutua complicidad. Hoy los políticos de nuestra comunidad consideran a los profesionales como una interferencia, una molestia innecesaria...¡qué grave error! así les va...
    Algunas personas hemos vuelto a pensar en los Servicios Sociales y leo algunos artículos interesantes sobre lo que está pasando, en particular aquí en el País Valenciano... ¿Hay capacidad de respuesta? ¿tendríamos que pensar algo los profesionales de la intervención social al respecto?...
    Yo creo que sí, además de echar la vista atrás, tendríamos que ver cómo estamos (a modo de diagnóstico) y qué podemos hacer (a modo de estrategias a pensar)...
    y cómo no, también recordar aquellos tiempos, que igual no fueron tan buenos, pero que desde luego con los que ahora tenemos, invitan a también a la reflexión y a la acción,
    besos

    ResponderEliminar

Los comentarios no están sometidos a ningún tipo de censura previa. Esperamos respeto en ellos.

Gracias por participar.